El dramaturgo ingles William Shakespeare (1564-1616) conocido entre sus muchas obras por “Sueño de una noche de verano”, “Hamlet” y como no “Romeo y Julieta” durante su vida estuvo obsesionado con la muerte, los entierros y las exhumaciones, probablemente sentía pánico a ser enterrado vivo. Esta obsesión le pudo haber llevado a mandar a escribir su propia maldición en su tumba.
Al menos así lo ha visto el Dr. Philip Shwyzer, historiador y arqueólogo de la Universidad de Exeter, quien ha encontrado la posible causa de que los restos del poeta, nunca hallan sido exhumados.
En la tumba de Shakespeare, en un camposanto de una iglesia en Stratford, en el sur del país, el Dr. Shwyzer encontró escrita la siguiente frase “Curse be he yt moves my bones” (Maldecido será el que remueva mis huesos). Según el profesor ingles, el genial dramaturgo habría expresado en su obra “la ansiedad que le causaba pensar en el “después” de la muerte. La inscripción es, al menos parcialmente, responsable de que la tumba no se haya profanado durante todos estos siglos”.
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